La insegura zona segura


¿Soy feliz o solo estoy cómodo?
Es una pregunta que todos nos hacemos en algún momento al darnos cuenta de que ya no disfrutamos ni nos interesamos en ciertas cosas como lo hacíamos en un inicio.
Existen muchas personas privilegiadas que aseguran ser felices. La mayoría de ellas sienten que han hecho tantas cosas a lo largo de su vida, que la tranquilidad y pasividad que tienen actualmente es una recompensa a todo el ajetreo pasado. Estos privilegiados coinciden en que “no importa que tanto o poco hayas hecho durante tu vida, lo importante es que lo hayas hecho con el corazón“. En ellos también encontramos la famosa frase “Lo que no mata, te hace más fuerte” y te hacen la siguiente pregunta para reflexionar  “¿Recuerdas cuándo eras pequeño y querías crecer para hacer lo que te diera la gana? ¿Cómo vas con eso?
A raíz de esta última pregunta es que cuestionamos si la tranquilidad que sentimos es comodidad o felicidad. Comenzamos a recordar los sueños que nos planteamos de niños, el plan a futuro que teníamos para uno mismo y pasamos a compararlo con la situación actual. Es en este punto del análisis en el que aparece tal vez el factor más importante que afecta en nuestras decisiones, el miedo. El miedo nos lleva a buscar la comodidad en lo habitual y evitar la fatiga de hacer cosas nuevas o probar nuevas experiencias.
Vivir en un estado de confort no es malo; puede llegar a ser suficiente al cubrir nuestras necesidades básicas y de entretenimiento, pero si en algún momento deseamos crecer como personas buscando superarnos para lograr nuevos objetivos, tendremos que salir esa zona de confort establecida. La acostumbrada seguridad se transforma en una oportunidad de mejora o en una zona insegura.
La zona de confort es un estado mental del cual solo se puede salir sí es que tenemos la voluntad y perseverancia para hacerlo. Comencemos por generar nuevas ideas y pensamientos, buscando nuevas experiencias y no darnos por vencidos si nos cuesta alcanzar un objetivo.
Los límites los ponemos nosotros. Debemos confiar plenamente en nuestras capacidades y voluntad para alcanzar los objetivos y trazar nuevos retos una vez se cumplan los otros. Que tan lejos lleguemos, dependerá de nosotros mismos.
Busquemos siempre nuevas experiencias, experimentemos. La curiosidad no es mala cuando sabes quien eres y cuales son tus valores. Salir de la zona de confort implica hacer cosas que jamás hayamos hecho o imaginado. Y lo más importante es que debemos creer plenamente en nosotros mismo y no rendirnos.
La zona de confort aparenta ser una zona segura donde “somos felices”, pero muchas veces la sociedad o variables que no podemos controlar nos obligan a salir de ella convirtiéndola en una zona insegura de manera imprevista, por esta razón debemos estar preparados para asumir nuevos retos y situaciones. Aprendamos día a día de nosotros mismos, trabajando en nuestras fortalezas y debilidades para de esta manera poder afrontar a la insegura zona segura.
¿Te animas?

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